A tan sólo cuatro días de la celebración de la Navidad, el coro de los Heraldos del Evangelio ofreció su tradicional concierto de villancicos en la madrileña Iglesia de San Ginés de Arlés, gracias a la hospitalidad brindada por su párroco Monseñor José Luis Montes Toyos.
El concierto fue precedido por la Santa Misa celebrada por el Rvdo. D. José Francisco Hernández, en cuya homilía nos advirtió sobre la frialdad de los habitantes de Belén que no supieron corresponder a la gracia ante el nacimiento de Nuestro Salvador, invitándonos a que no actuar como ellos y a abrir nuestros corazones a la gracia del Señor. Nuestro mejor ejemplo se encuentra en la Santísima Virgen María, mujer del Adviento, auténtica mujer de la esperanza, que habiendo concebido en su seno a Nuestro Redentor, no dudó en salir a visitar a su prima Isabel, haciendo apostolado y transmitiendo todo el bien que había recibido.
Finalizada la Santa Misa, llegó el momento tan esperado por todos los presentes, un auténtico homenaje musical y todo un acto de adoración al Niño Dios, pues como bien nos recordó el Rvdo. D. José Francisco, “cantar es rezar dos veces”. El coro de los Heraldos del Evangelio fue magistralmente dirigido por el Rvdo. D. Michael Carlson, deleitando al público presente con un variado repertorio, representativo de diversas épocas, naciones y lenguas, sabiendo reflejar a la perfección la idiosincrasia de cada pueblo. Iniciando el recorrido musical con una melodía medieval, prosiguiendo con canciones que invitaban a la calma, hasta llegar a los villancicos tan representativos de nuestra nación y caracterizados por su dinamismo y alegría, el coro de magníficas voces entusiasmó a los presentes en cada una de sus interpretaciones. Hubo también ocasión para que todos los asistentes acompañaran con su canto y sus palmas los estribillos más conocidos, manifestando en conjunto la alegría que a todos nos produce el nacimiento de Jesús. Merece ser destacada una novedad: la acertada incorporación de voces infantiles que aportaron el toque de inocencia y entusiasmo. El concierto concluyó con los tradicionales Adeste Fideles y Noche de Paz, excelentes exponentes de la devoción y respeto de los fieles así como de la ternura que el Niño Jesús nos inspira.
De la misma forma que el tamborilero obsequió al Niño Jesús la música de su humilde tambor que, al ser ofrecida con todo su amor, se convirtió en digno presente para el Rey de Reyes, recordemos que el Divino Infante sólo desea que le abramos nuestro corazón para recibir el regalo de nuestro amor.
Fotos: Don Eric Fco. Salas