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¿Sabes quién fue San Alfonso María de Ligorio?
¡Existen obras que conservan hasta hoy su actualidad y proyectan verdaderas intuiciones proféticas! ¡Sus contenidos están revestidos de permanente frescura y revelan siempre novedad! ¡Podríamos decir esto acerca de las obras de San Alfonso María de Ligorio! Cualquier lector que se encontró con sus obras, con su personalidad, con sus revelaciones, pronto hizo eco en su corazón y lo dejó abrasado y herido por el Amor Divino; y tal vez su lectura meditada haya sido un factor decisivo para la conversión de miles de almas. No es una persona común, es un vicario de Cristo que obra, ofrece, manda y llama. Podemos decir que es una bella representación de Dios en la Tierra.
Vida y obras
Nació cerca de Nápoles, en Italia, en 1696, ya a los 16 años era Doctor en Derecho Civil y Canónico. Su desempeño en el oficio de abogado era notable, sin embargo, la Divina Bondad lo llamaba a más! ¡Abogar la causa de la salvación eterna de las almas! Así, abandonó su carrera para convertirse en sacerdote. En 1732 funda la Congregación de los Misioneros Redentoristas y es ordenado obispo. La Santa Madre Iglesia lo honró en vida elevándolo a la dignidad episcopal, pero después de su muerte, lo elevó a la gloria de los altares, y le dio varias aureolas: “Doctor Celosísimo”, “Martillo de los herejes”, “Terror de los demonios”; los Papas lo distinguieron, llamándolo “Columna del Templo”, “Estrella en las nieblas del error”, “Maestro en Israel” …
Se dedicó mucho a la escritura y es el autor con más ediciones de sus obras, siendo superado sólo por las ediciones de las Sagradas Escrituras. Escribió 111 libros, entre los cuales: “Visitas al Santísimo Sacramento” tiene más de 2000 ediciones, y otras dos tienen más de 1000: “Máximas Eternas” y las “Glorias de María”. La Santa Iglesia aprobó sus escritos después de estudiarlos cuidadosamente.
Vivió en una época muy conturbada y buscó con sus obras instruir al pueblo de Dios, las almas devotas y elevarlas a la más alta perfección. Escribió mucho a Sacerdotes, siendo un eco fidelísimo de la Iglesia, una síntesis admirable de la doctrina bíblica y Patrística, con un maravilloso arsenal de meditaciones y lecturas piadosas para todas las almas consagradas. ¡Es considerado el mayor moralista de la Iglesia Católica! Sin duda, una de sus grandes obras es “Teología Moral”. Esta obra, con 82 ediciones, es la más representativa. Sacerdotes, religiosos y seglares pueden encontrar en ella toda una “Selva”, o bosque de santas meditaciones inmensamente útiles. Escribió mucho para laicos e incluso para personas de simples condiciones a las que dedica una bellísima obra titulada “Familiaridad con Dios”.
El servicio que prestó al Señor, contribución doctrinal y pastoral le valió para ser proclamado Doctor de la Iglesia Universal, título que le fue conferido por el Papa Pío IX, en 1871; es también el Patrono de los confesores y moralistas. En todas sus obras encontramos un hilo conductor: ama a Dios y haz lo que quieras, toda la obra es una exhortación insistente para la conversión, así como toda la predicación misionera del Santo.
No podíamos dejar de mencionar la “Práctica del amor a Jesucristo”, obra clasificada como la más devota, la más útil de sus obras, inspirada en las más bellas palabras de San Pablo y de las Sagradas Escrituras. Fundamentada en la 1ª Carta de San Pablo a los Corintios (13, 4-5): La caridad es paciente, la caridad es amable; no es envidiosa, no obra con soberbia, no se jacta, no es ambiciosa, no se irrita, no sospecha mal… todo lo aguanta, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
San Alfonso dedicaba aproximadamente ocho horas diarias a la oración y es conocido también como el “Doctor de la oración” Edificó la obra magistral “La Oración, el gran medio para alcanzar de Dios la salvación y todas las gracias que deseamos”. En uno de sus trabajos se encuentra la frase más conocida del gran santo: es cierto que quien reza se salva, quien no reza se condena.
San Alfonso no sólo es Doctor de la Iglesia Universal, pero también es Doctor Mariano. Es el Paladín de la Inmaculada Concepción y el Defensor de la Mediación Universal de Nuestra Señora. ¡Fue sin duda uno de los profetas del Concilio Vaticano I! Pues, los dos Dogmas proclamados en este Concilio fueron defendidos por él más de 100 años antes: la Inmaculada Concepción y la Infalibilidad Pontificia.
En todas las obras del Santo son frecuentes las revelaciones. ¡Revelaciones hechas por Dios y que él atribuye a los santos! San Alfonso atribuye a los demás lo que Dios le reveló a él, por humildad y sencillez. ¡Son revelaciones reales y que pertenecen a la categoría de gracias extraordinarias de Dios! Éstas siempre existieron en la Iglesia y el Espíritu Santo que iluminó a sus profetas y los primeros cristianos, también hoy puede iluminar a quien Él quiera por su bondad y benevolencia. Muchas de las revelaciones del santo fueron orientación y estímulo para el Magisterio de la Iglesia. Son verdades reveladas por el Espíritu Santo, el cual, también cuidó para que fueran escritas y guardadas sin error.
Además es conocido como el Doctor de las Glorias de María. En ese libro, las “Glorias de María”, describe la gran misericordia y el extraordinario poder de María. Libro, el cual, afirmó el santo, temía por su salvación eterna si no lo escribiera … Como él mismo confiesa, pasó más de diez años cosechando las mejores citas, los fragmentos más bellos y más tocantes sobre el amor de la Santísima Virgen por los hombres. Recogió, como laboriosa abeja mística, la miel de la verdadera devoción a Nuestra Señora y nos ofreció el más sabroso néctar espiritual de las almas más santas.
En el último momento de su vida, el santo pidió que le hicieran lectura de un libro piadoso. El hermano que lo asistía se puso a leer una obra sobre Nuestra Señora con pasajes tan devotos, que el santo le interrumpió con una pregunta: Hermano, ¿quién escribió cosas tan bellas sobre la Madre de Dios? – A lo que el hermano respondió leyendo el título y el autor del libro: son las “Glorias de María”de Alfonso María de Ligorio. El Santo tomado de espanto y herido en su modestia y humildad desvió la conversación tratando de otro asunto. Ciertamente era la señal de la Madre de Dios a decirle que lo iba a recibir en el Cielo en sus brazos maternales.
Escribimos este artículo como un justo homenaje al siervo fidelísimo del Señor y alma de primera grandeza, sin duda alguna una obra maestra de la naturaleza y de la gracia. Fallece en el año 1787 en Pagani, en Campania con 91 años de edad. El 1 de agosto la Santa Madre Iglesia conmemora su gloriosa subida a los Cielos!