Misterios de la Virgen del Olvido, Triunfo y Misericordias

El día 13 de agosto de 1831 la Santísima Virgen se le aparecía a la religiosa franciscana. Sor Patrocinio, y le dejaba una preciosa imagen suya que le indicaba debía llamarse del Olvido, Triunfo y Misericordias.

Aquella imagen —le dijo la Virgen— venía enriquecida “con muchas gracias y privilegios” para sus verdaderos devotos. Y en efecto, la veracidad de tales palabras pudo comprobarse enseguida con los numerosísimos prodigios que se fueron sucediendo. El primer milagro que obró la Santísima Virgen poco después de la aparición de su sagrada imagen del Olvido, fue la curación instantánea y completa de un nieto del mayordomo del convento. Después vendría la milagrosa salvación de un albañil que cayó al vacío desde la cornisa de la iglesia; la navegación quien se veía naufragar irremediablemente; el incendio que no se extiende; o la inexplicable paralización del asesino en el momento de lanzarse sobre su víctima; y, sobre todo, la conversión de numerosas almas abandonadas.

Pero todos estos milagros no parecen ser sino una especie de certificado de autenticidad de los maravillosos misterios que la Santísima Virgen unió a esta” invictísima imagen”.

¿Para cuándo vuestras misericordias, Señor?

 

Al día siguiente de la primera aparición. Sor Patrocinio clamaba mucho por las necesidades que tanto afligen a la Santa Iglesia y el Dulce Amor se me manifestó severo, airado y como dando muestras de que quería castigarnos. Le dijo: “Esposo mío, ¿para cuándo son vuestras misericordias? Me respondió: Pide, esposa mía, que cuanto pidas seré liberal para concedértelo. Me manifestó el lastimoso estado en que se hallaba la Santa Iglesia”.

Volviéndose hacia la preciosísima imagen, la religiosa exclamaba: “Señora y Reina mía, ¿no veis España; no veis los males que nos afligen? Hija mía. los veo; pero no puede Mi amor ser más benéfico para con los hombres. Ellos se olvidan de Mí y retiran las misericordias; y por esto, a esta imagen le darás el título misterioso del Olvido; para dar les a entender, que me han olvidado; pero yo que soy vuestra tierna y amorosa Madre, quiero poner a la vista de todos los mortales en esta imagen mía, que jamás mis misericordias se apartarán de ellos. A tu solicitud y cuidado dejo el culto y veneración de esta Imagen mía con el título de Olvido, Triunfo y Misericordias. Ella será la consolación del mundo.”

La Visión de los dos leones

 

Más misterioso, sin embargo, resulta el éxtasis que Sor Patrocinio tuvo el día de San Agustín del año de 1835. Así lo relató la religiosa que se encontraba con ella en aquel momento, y que gracias a las palabras sueltas que le oyó, consiguió que le contara algunos detalles de la singular visión. “Parecía que veía una gran batalla; a la Reina de los Ángeles sentada con su Divino Hijo como Niño dormido; a los cuatro Doctores de la Iglesia y a muchos otros personajes, detrás de un león que aparecía sentado y con una cruz en la frente. La lucha era con otro león, que después se convirtió en serpiente. El león señalado con la cruz estaba como inmóvil, y al principio sólo meneaba la cola y alguna pata, más siempre permanecía quieto a pesar de los esfuerzos del contrario,

Cuando alentaba el león de la cruz hacia el Niño Dios que tenía la Virgen Santísima en sus brazos, despertaba éste, y entonces cobraba el león nuevos bríos y peleaba con más fuerza. Por fin tomó la Señora a su Dulce Niño dormido y le puso sobre el león de la cruz; y entonces fue hecha la victoria; y todo fue gozo y alabanza a Dios”.

La intervención de Dios

 

No menos sorprendente y esperanzador resulta el relato referido por Sor María Isabel de Jesús que durante muchos años fue secretaria de la Sierva de Dios.

“Se obrará tan gran maravilla—le decía Sor Patrocinio—que llenará de asombro al mundo entero. Los hombres están muy descuidados… y el hombre Dios se acerca; ya no tardará. A los que les coja descuidados no les irá bien… Estoy pensando y me hace bendecir a Dios que para todo lo más grande se vale su Divina Majestad de un puñado de polvo. ¿Quién ha de pensar cómo ha de ser el prodigio? ¡Una sepultura con un puñado de polvo y unos huesos; y, a la voz de Dios, ¡todos han de ver que se convierten en lo que antes eran! Nadie puede imaginar; y así será grande el asombro del mundo. Nadie ni nada será capaz de adelantar el momento ni la hora…” Pues qué.

Madre —le preguntó Sor Isabel— ¿tiene día fijo, o sólo es condicional? “Es voluntad expresa de Dios y tiene año, mes, día y hora fija”, respondió la Madre Patrocinio. Pero “antes de este triunfo de Dios y de su Iglesia —advirtió a continuación—tienen que venir grandes castigos…”.

La “preciosísima, portentísima e invictísima” imagen, que nos anuncia, desde su alta hornacina de la iglesia del Carmen, del convento de concepcionistas de Guadalajara la grandiosa victoria de la Santa Iglesia Católica y las misericordias que serán derramadas después sobre todos los hombres.

¡Oh Virgen del Olvido, Triunfo y Misericordias, rogad por nosotros!

 

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