Sor Josefa Menéndez, apóstol de la misericordia del Sagrado Corazón de Jesús

Sor Josefa Menendez

Josefa Menéndez nació en Madrid el 4 de febrero de 1890, en un hogar modesto pero muy cristiano.  Después de la muerte de su padre fue el único apoyo de su madre y sus hermanas, a las que sostenía con su trabajo. Un día, sin embargo, el divino llamamiento se hizo irresistible y el día 5 de febrero de 1920, abandonaba su casa y su patria querida para acudir más allá de la frontera, a Aquél cuyo amor divino y soberano tiene derecho a pedirlo todo.

Sola y pobre se presentó en Poitiers en el noviciado de las hermanas coadjutoras del Sagrado Corazón. Y en esta vida oculta Jesús le descubrió su Corazón: “Quiero servirme de ti para dar a conocer más todavía la misericordia y el amor de mi Corazón” (palabras de N.S. Jesucristo a Sor Josefa)

“Quiero –le dijo– que seas el Apóstol de mi Misericordia. Ama y nada temas. Quiero lo que tú no quieres…, pero puedo lo que tú no puedes… A pesar de tu indignidad y miseria, me serviré de ti para realizar mis designios.”

Misericordia del Sagrado Corazón

El Corazón de Jesús lanza, por medio de Josefa, un gran llamamiento al amor del mundo. Para atraer mejor a los hombres, el Sagrado Corazón les manifiesta por medio de ella su infinita misericordia: “Daré a conocer, le decía, que la medida de mi amor y de mi misericordia para con las almas caídas, no tiene límites… Deseo perdonar…, descanso perdonando… Siempre estoy esperándolas con amor… ¡Que no se desanimen! ¡Que vengan!  ¡Que se echen sin temor en mis brazos! ¡Soy su Padre!

Un día dijo a Josefa: “No es el pecado lo que más hiere mi Corazón. Lo que más lo desgarra es que las almas no vengan a refugiarse en Él, después que lo han cometido” “¡Ah, si conocieran mi Corazón! ESTA ES MI MAYOR AMARGURA: Que las almas no conozcan la bondad y la misericordia de mi Corazón

En otra ocasión le dijo: “Deseo ardientemente que me amen… si las almas supieran qué exceso de amor siento hacia ellas, no podrían resistir. Por eso corro tras ellas y no perdono medio para atraerlas a Mí.”

“Consuélame, porque las almas me crucifican de nuevo. Mi Corazón es un abismo de dolor. Los pecadores me pisotean y me desprecian. Nada hay para ellos, menos digno de amor que su Creador.”

“Quiero que todas las almas sepan cómo mi amor las busca, las desea y las espera, para colmarlas de felicidad. Que las almas fieles no tengan miedo de Mí… Que los pecadores no huyan de Mí… que vengan a refugiarse en mi Corazón: Yo los recibiré con paternal amor.”

“Quiero que estés dispuesta a consolar mi Corazón siempre que te lo pida, pues el consuelo que me da un alma fiel compensa la amargura de que me colman las almas frías e indiferentes. A veces sentirás la angustia de mi Corazón en el tuyo, pero de este modo me aliviarás. No temas. Yo estoy contigo.

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