Festividad de Santa María la Real de la Almudena 2018

comunidad católica

Como cada 9 de noviembre, los Heraldos del Evangelio nos hemos dado cita en la madrileña Plaza Mayor para honrar a Santa María la Real de la Almudena, Patrona de la capital de España. Tras jornadas marcadas por una incesante lluvia, la mañana resultó fría pero sorprendentemente soleada, lo cual fue, sin duda, un regalo de Nuestra Señora al pueblo de Madrid, que se concentró para festejarla con gran fervor y alegría.

 

Cientos de fieles nos congregamos en torno a la estatua ecuestre del Rey Felipe III esperando con ilusión la llegada de Nuestra Señora de la Almudena, que hizo su aparición bajo un cielo azul, ataviada para la ocasión con un precioso manto en raso de seda blanco bordado en oro con aplicaciones, regalado por la reina Isabel II en 1856. Así mismo, la imagen de la Santísima Virgen portaba el fajín y el bastón de mando de Capitana General, así como también el bastón de mando del Ayuntamiento de Madrid. El discurrir de la imagen fue acompañado con nuestro canto y las palabras “Tú eres el orgullo de nuestra raza”(Jdt 13, 18-19).

Junto al Cardenal Arzobispo de Madrid, concelebraron el arzobispo emérito de Madrid, cardenal Antonio María Rouco Varela; el arzobispo castrense, monseñor Juan del Río; el obispo emérito de Ciudad Real, monseñor Antonio Algora; los obispos auxiliares, monseñor José Cobo, monseñor Juan Antonio Martínez Camino, SJ, monseñor Santos Montoya y monseñor Jesús Vidal; el obispo de Getafe, monseñor Ginés García Beltrán; el obispo auxiliar de Getafe, monseñor José Rico Pavés; el nuncio de Su Santidad en España, monseñor Renzo Fratini; los vicarios episcopales y numerosos sacerdotes.

Su Eminencia el Cardenal D. Carlos Osoro comenzó recordando el descubrimiento de la imagen de la Virgen tras la conquista de la ciudad por el rey Alfonso VI. Era un 9 de noviembre del año 1085, cuando se produjo el hallazgo, tras abrirse un hueco en la muralla de la ciudad, donde la imagen había sido escondida tres siglos antes debido a la invasión sarracena.

 

 

Tras la proclamación del Santo Evangelio, el Cardenal D. Carlos Osoro  pronunció su homilía, en la cual resaltó el papel de la Santísima Virgen como Madre nuestra, así como la necesidad de que no tengamos miedo, y en caso de tenerlo, sea éste un “miedo abierto”, que nos abra a la Voluntad de Dios. “Es un miedo que nos rehabilita en la verdad auténtica: ponemos la vida en manos de Dios con todas las consecuencias”. Junto a esta consideración, D. Carlos Osoro manifestó tres deseos a Nuestra Señora de la Almudena:
1.Aparta la discordia de nuestros corazones”, desterrando todo aquello que nos impide vivir como hermanos y cuidando los unos a los otros como Ella lo hace.
2.Enséñanos a ser morada de Dios en el camino de todos los hombres, demostrando nuestro amor a Dios a través del amor al prójimo.
3. “Enséñanos a construir este mundo para todos”, buscando siempre lo mejor para los demás, haciendo siempre el bien y tomando como referencia la Palabra de Dios en todas nuestras acciones.

Terminada la celebración de la Santa Misa, nos dispusimos a iniciar nuestro recorrido en la procesión, atravesando las Calles de la Sal, Mayor y Bailén, acompañados por textos piadosos y también por la alegría que imprimieron los cánticos y bailes del rico folklore español. Miles de fieles abarrotaban el recorrido, animándonos en nuestro discurrir y esperando con impaciencia contemplar a la gran protagonista del día, Nuestra Señora de la Almudena. La procesión tuvo además otro aliciente pues, a diferencia de anteriores ocasiones en que la imagen era transportada en lo alto de su tradicional carroza, en esta ocasión fue portada por los anderos de la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno “El Pobre”, imprimiendo, si cabe, mayor emoción al recorrido de Nuestra Señora por las calles de su ciudad.

Paso a paso, llegamos a nuestro destino, la explanada de la Catedral de La Almudena para esperar la llegada de Nuestra Señora, quien apareció finalmente transportada con gran maestría por los anderos, quienes deleitaron a todos los presentes con su buen hacer a la hora de introducir el paso de Nuestra Señora en el interior de la Catedral. Con el acompañamiento de la Banda de Música perteneciente a la misma Hermandad, la imagen de nuestra Patrona llegaba a su casa, en este Año Jubilar Mariano declarado con motivo del veinticinco aniversario del templo catedralicio.

Tras las palabras y la bendición impartida por el Cardenal Arzobispo de Madrid, todos los fieles devotos de Nuestra Señora pudimos dirigir nuestra última mirada a Ella, Nuestra Madre y Patrona, implorando su protección y agradeciéndole la oportunidad de acompañarla en esa jornada inolvidable.

Fotos: Don Eric F. Salas

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