El Corazón y la Sabiduría de Dios

El término corazón es un término que para nosotros, occidentales,está cargado de imágenes relacionadas con el amor, las pasiones, los sentimientos y en las últimas décadas sobre todo hace referencia al romanticismo; pero esto no es así en la Escritura ni en la cultura y tradición judías.

¿Que significa Corazón?

 

El término corazón (   ) en el judaísmo es la sede del pensamiento y de la voluntad, la sede de nuestra conciencia, y de nuestros afectos, es , en definitiva, lo más profundo del ser humano. Muchas veces “los riñones” y “el corazón” aparecen asociados en la Escritura para expresar el conjunto de las potencias del hombre. Los riñones serían la sede de los instintos más carnales: el miedo, la ira, la angustia… y también todo lo referente al esfuerzo, el trabajo ( ceñida la cintura, dispuesto para servir) y en contraposición, el corazón sería también donde se guarda la memoria, sobre todo en el aspecto de “experiencia de Dios”. Hay que tener en cuenta que en el judaísmo el conocimiento no es tanto un término abstracto y concerniente a lo racional, como ocurre en el pensamiento occidental, sino que tiene que ver con la experiencia profunda del conocimiento de Dios, en el sentido de una experiencia vital.

Podemos encontrar muchos pasajes en la Biblia que nos hablan de cómo es el Corazón de Dios: “lento a la ira y rico en piedad y misericordia”, “que modeló cada corazón y comprende todas sus acciones”. El Corazón de Dios es muy celoso, detesta que haya algo que se interponga entre nosotros y Él (cf Jn 2,13-25: el celo por Tu casa me devora). A lo largo de toda la Historia de Salvación, Dios va revelando este aspecto con diversas pruebas y castigos. Estas correcciones de Dios a Su pueblo nos muestran Su Sabiduría, Dios ama al hombre y por eso le corrige. Dios ha manifestado Su Sabiduría en la Creación, pero sobre todo en la Historia de la Salvación, en la pedagogía que aplica con su pueblo elegido.

El término corazón también indica “prestar atención”, “considerar”, “hacer caso”, “obedecer”. Por eso cuando Dios entrega a su pueblo la oración del Shemá, una de las más importantes de la religión judaica, le dice: “amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu mente y con todas tus fuerzas…” Está diciendo que el hombre debe amarle con su voluntad, su intelecto, con todo su ser, pero desde un punto de vista activo: amar es obedecer a Dios, hacer Su voluntad. Esto está perfectamente manifestado en Cristo Jesús, que cumplió este mandato a la perfección muriendo en la Cruz, obedeciendo hasta la muerte.

¿Cómo es el Corazón de Dios?

 

Si queremos saber cómo es el Corazón de Dios, nada mejor que conocer el Corazón de Su Hijo puesto que Él mismo dijo: “quien me ha visto a Mí ha visto al Padre” o “el Padre y Yo somos uno”. Luego, conocer el Corazón de Jesús, ser devoto de Él, significa profundizar en el conocimiento del Corazón de Dios en el sentido existencial de la palabra.

Dios se ha revelado al mundo, primero en el Antiguo Testamento y se ha revelado como Padre, creador del Cielo y de la Tierra y ha manifestado Su Sabiduría en la Creación y en la Historia de la Salvación del pueblo elegido. Es un Padre con un corazón lleno de ternura que otorga Su Sabiduría a aquellos que le aman con todo el corazón. Dios Padre se identifica con el Espíritu de la Sabiduría, Espíritu que ama al hombre pero que no deja sin castigo al blasfemo. En la Historia del pueblo de Israel podemos encontrar cómo Dios Padre corrige a su pueblo mediante pruebas y castigos.

Quiere que con estas pruebas el corazón de su pueblo se purifique y se corrija de su mala conducta. Dios quiere que el hombre Le conozca y conocerle es tener experiencia real, no intelectual, de cómo es Dios. Cuando le prueba en el desierto, quiere que su pueblo experimente la Providencia, que aprenda a confiar en Él y que no ponga su seguridad en los bienes terrenales.

De la prueba el pueblo sale fortalecido en la confianza y el corazón torcido se endereza. Su Sabiduría sondea las entrañas del hombre, “Él creó cada corazón y comprende todas sus acciones” y cuando ve que el hombre se humilla, entonces, Él lo eleva y se deja conocer en Su infinita ternura. En el mandato divino de “amarás a Dios con todo tu corazón” va implícito que el hombre debe amarle con todo lo que es y aquí está incluido también el dominio de las malas tendencias. Dios sabe que el corazón del hombre es retorcido, inestable, mutable, y sabe que está inclinado al mal: “en el pecado me concibió mi madre”. El ejercicio de dominar esas malas tendencias por amor a Dios es lo que para el judío piadoso más valor tiene (Rabí Aquibah desarrolla muy bien esta línea teológica en el Talmud) pues es la mayor prueba de amor a Dios. Por eso nuestro Señor Jesucristo dirá: “niégate a ti mismo, coge tu cruz y sígueme”. Negarse a uno mismo es luchar con todas las fuerzas contra las malas tendencias y ofrecer el holocausto del propio corazón.

Sagrado Corazón de JesúsPara manifestar cómo es Su Corazón, Dios Se encarnó en Jesucristo, que es la Sabiduría Encarnada, y creó a nuestra Señora la Virgen María, sede de la Sabiduría. Definitivamente, los Corazones de Jesús y de María son la manifestación por excelencia del Corazón y de la Sabiduría de Dios Padre.

Opuestos Armónicos

 

Nuestro Señor Jesucristo nos muestra contrastes complementarios de Su Corazón que pueden, a veces, dejarnos perplejos, si bien que cómo es Dios, están perfectamente equilibrados. Por un lado, hemos visto que el Corazón de Dios es Misericordia y ternura para el pecador arrepentido y por otro lado hemos visto que Su Corazón es celoso y no quiere que nada se interponga entre Él y su criatura. En el pasaje del Evangelio de Mateo: Mt18,28-29 ” aprended de Mí que Soy manso y humilde de corazón”, contemplamos la mansedumbre del Corazón de Dios que devuelve el bien frente al mal, que no lleva cuenta de los pecados confesados, que se humilla hasta la muerte por salvar al pecador arrepentido mientras que en el pasaje del Evangelio de Juan 2,13-25 la expulsión de los mercaderes del Templo, Nuestro Señor Jesucristo dice: “el celo por Tú Casa Me devora” y no le tiembla la mano a la hora de utilizar Su divino látigo contra los cambistas, ejerciendo una violencia llena de santa indignación y de celo por la Gloria de Su Padre. Estos contrastes son propios del Corazón y la Sabiduría de Dios y aparecen a lo largo de todo el A.T y todo católico debería meditar en ellos.

También es así el Corazón Sapiencial de María: el Apocalipsis nos la presenta “como un ejército en orden de batalla”, llena de celo por la Gloria de Dios y por la Iglesia Católica, de la cual Ella es la Madre más tierna y amorosa.

Si queremos amar ( en hebreo: escuchar, obedecer, considerar) a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con todas las fuerzas, debemos considerar y ponderar éstos benditos contrastes para no desfigurar el Corazón de Dios. ¡Pidamos Su Espíritu de Sabiduría por medio del Corazón Sapiencial de María!

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